miércoles, 30 de noviembre de 2011

De mariposas Monarca y caminos trazados



Cada octubre, miles de mariposas Monarca vuelan a México y siempre acaban llegando al mismo lugar. Nadie puede explicar realmente este fenómeno de rutas trazadas. Las teorías no sirven de nada en este caso, supongo que se debe a que uno no se plantea sus caminos, sólo los recorre. Pero yo, a diferencia de los insectos, no sé nunca a dónde llegar. Los puntos del universo me son incalculables aún. Y el tiempo que no tengo para quedarme, o comprender el lugar en el que ahora estoy, se me escurre por las manos como agua. Pero no quiero pensar todavía en las despedidas que llegan de imprevisto, al igual que el frío, a este pedazo de tierra. Así que me contento con mirar a las hojas de la acera, olvidadas y coquetas, bailar con el viento de noviembre, con sentir el frío que se me va colando por adentro de los huesos, con las sonrisas que se me van desprendiendo, como dientes de león, de la boca. Y me contento con los sueños tan grandes que no me caben en los párpados y con la felicidad tan joven como un adolescente escribiendo poesía y con la vida tan verde como los santuarios a los que las mariposas Monarca siempre encuentran la forma de llegar.


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